Es
innegable que el desarrollo y la innovación
tecnológica han supuesto un potente impulso para el avance de la economía.
Desde la Primera Revolución Industrial hasta nuestros días la tecnología ha
protagonizado innumerables cambios que han supuesto un aumento de la
productividad y una mejora en las condiciones de vida de la sociedad.
No
obstante, también es cierto que esos avances han supuesto la destrucción de
numerosos puestos de trabajo, siendo la mano de obra sustituida por maquinaria
y dando lugar movimientos de protesta como el Ludismo.
Clàudia
Canals y Oriol Carreras en su artículo Las
nuevas tecnologías: ¿qué son y cómo afectan a la economía? nos hablan del “desempleo tecnológico”,
término acuñado por el economista Keynes para referirse a la situación de
desempleo creada al suplir trabajadores por máquinas. Sin embargo, lo hacen desde una óptica
distinta a la del economista británico. La mayor parte de los empleos se
componen de múltiples tareas y no todas
ellas se pueden automatizar, llegando así a una situación de complementariedad
entre el ser humano y la máquina. La tecnología permite aumentar la
productividad de los trabajadores, también crea nuevos productos y de ahí
surgen nuevas necesidades y se acaban creando nuevos empleos.
Adam
Saunders en El impacto de la tecnología en el crecimientoy el empleo nos cuenta cómo los cambios tecnológicos acaban siempre
beneficiando al consumidor, permitiendo abaratar el precio de aquellos
productos o servicios que hacen más fácil nuestra vida diaria. Mientras que hace
hincapié en que aunque se destruyen unos empleos, aquellos que se componen de
tareas automatizadas, también se crean otros nuevos. Sin duda estos nuevos empleos son una
oportunidad para aquellas personas con
más formación y capacidad de adaptación al cambio. Siendo cada vez más necesario que estemos capacitados
tecnológicamente, pero que a su vez desarrollemos nuestras habilidades humanas,
difícilmente automatizables. En la especialización podríamos encontrar la
clave.
Manuel
Hidaldo, Doctor y profesor de Economía Aplicada en la Universidad Pablo Olavide
de Sevilla, en una entrevista para
Xataka afirma que con la tecnología no desaparecerá el empleo, pero sí advierte
que crecerá la desigualdad, porque habrá personas que no tengan la posibilidad
de adaptarse a los nuevos empleos y para aquellos puestos no cualificados se
bajará el salario. Desde esta misma postura anima a que desde los centros
educativos se trabajen más las habilidades abstractas como saber entender y
transmitir información, el trabajo en equipo, la creatividad, la persuasión, la
empatía, etc.
En
definitiva, el progreso y el desarrollo de tecnologías como la robótica y a
inteligencia artificial es un hecho, así como también lo es su influencia sobre
nuestro entorno económico y laboral. Cuanto
antes se tome conciencia de ello y actuemos, mejor preparados estaremos para
afrontar los cambios. Es muy importante que desde las instituciones educativas
se hagan cambios y se propongan modelos de enseñanza que ayuden a nuestro
alumnado en su continua preparación para el nuevo mercado laboral.
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